El caso de la Semana Santa en México es singular; su mezcla con las tradiciones culturales de diversos pueblos indígenas, la conquista ideológica del cristianismo y el pujante mestizaje —entendido como mezcla cultural, antes que racial— de la Colonia, lograron crear una forma nueva de rituales dirigidos a establecer comunicación con la deidad.
Algunas con más carga de tradiciones indígenas precolombinas, otras de herencia cristiana (cofrade), sin dejar de lado las representaciones de La Pasión como una forma de evangelización, mantienen actualmente gran importancia en casi todo México, pero de manera más articulada del occidente al sur de país.
DE RAÍZ INDÍGENA
Con la aproximación dentro de las comunidades indígenas, no dudo en decir que la Semana Santa se volvió, al correr de los siglos, una de las festividades más importantes de la ritualidad de ciertos pueblos indígenas por dos paralelos que naturalmente se entrelazaron: la lucha dual entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, y la preparación de la tierra para sembrar: la siembra y cosecha, en analogía con la muerte y resurrección de Jesús.
De forma paralela se recrean rituales donde el bien y el mal, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, el inframundo y el supramundo se enfrentan, dando cuenta de su ancestral cosmovisión de la dualidad, donde cada uno de esos extremos se complementa, creando un equilibrio que al final hace que la vida salga triunfante: esto es representado pintándose el cuerpo para tomar una presencia extraordinaria, dejar de ser quién has sido y volcarte en un nuevo ser, preparando máscaras zoomorfas y sables rituales tallados en madera.
LA HERENCIA ANDALUZA
Finalmente nos encontramos con las procesiones solemnes de Viernes Santo, que a diferencia de Andalucía, donde son durante toda la semana y sin presencia ya de flagelantes, en México se concentra la tradición procesional de naturaleza cofrade durante el jueves y viernes, ligado principalmente a la penitencia y cumplimiento de promesas.
La adopción y reinterpretación de las Cofradías de disciplina dentro de la Semana Santa ha tenido mucho arraigo en México. Hay tres elementos predominantes y en correspondencia: las flagelaciones públicas, el anonimato y el recorrido de los nazarenos junto a las imágenes correspondientes a los Cristos patronos de cada comunidad y su correspondiente Virgen Dolorosa, veneradas de manera específica en estas fechas.
De la enorme gama que mantiene España de hermandades y cofradías, la única referencia directa en México son las Cofradías de Semana Santa y la Hermandad de la Ánimas, aunque su socialización es muy acotada a lo largo del año, pero muy intensa y pasional durante Semana Santa, siendo el dolor de las penitencias uno de los ejes rectores de la celebración.
Lo anterior tal vez sea por la idea de sacrificio, la búsqueda del perdón o que la imagen de un Dios que castiga no a podido ser sustituida por la de un Dios de amor. El dolor expuesto hacia los otros es una forma de éxtasis personal, indivisible, que al encontrar eco en otros, se vuelve muy poderoso y de un arraigo indígena muy particular.
Explicando lo anterior, hago la observación del sacrificio como un elemento en la sociedad precolombina, donde los sacerdotes hacían sacrificios humanos para mantener a los dioses en equilibrio con el universo. En la actualidad el individuo hace sus sacrificios personales para mantener el equilibrio de su microuniverso.
El ejercicio de la penitencia pública dentro de la celebración de Semana Santa es una válvula de escape colectiva. Es una manifestación popular, un tanto autónoma, voluntaria y espontánea, correspondiente a las necesidades del penitente o disciplinante, y las promesas generadas a lo largo del año al Cristo de su devoción.
Digamos que es un trato cara a cara con Dios y por medio del cual se encuentra un diálogo profundo del hombre con su deidad, sin la intervención de ninguna institución eclesial, política o económica. En cierto sentido, a través del éxtasis de la experiencia religiosa, se encuentra una liberación particular.
NOTA DE Leticia Olvera Arellano
EN MILENIO. COM (MÉXICO)
FOTOS: ©Aline Lara

